Las Salinas de Cabo de Gata: entre historia, paisaje y memoria salinera
- Soy de Almería
- 2 sept.
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Las Salinas de Cabo de Gata son humedales costeros transformados por el hombre con fines salineros, situadas en el Parque Natural Cabo de Gata-Níjar, en Almería. Declaradas sitio Ramsar de importancia internacional desde 1989, destacan por su gran valor ecológico y como refugio para numerosas especies de aves, incluidas algunas migratorias y endémicas.

Geográficamente, la antigua albufera está separada del mar por una franja de dunas de entre 200 y 400 metros; el agua salina llega desde la rambla costera mediante canales, alimentando una serie de balsas y charcones para la producción de sal.
La explotación salinera de la zona se remonta a épocas romanas, con evidencias arqueológicas de industrias de salazones en la región.
En 1904, la familia Acosta fundó la empresa Salinas de Almería, y tres años más tarde —en 1907— se levantó un pequeño poblado junto a la salina: viviendas para los trabajadores, casa de dirección, oficinas e incluso una iglesia, erigida como centro comunitario. La explotación prosperó durante buena parte del siglo XX, llegando a producir alrededor de 30000 toneladas de sal al año, distribuida por vagonetas hasta el embarcadero.
Tras pasar por varias empresas —incluyendo un periodo de capital belga y luego francés— la actividad salinera disminuyó, evolucionando hacia métodos más artesanales y centrados en la calidad, destacando la extracción de flor de sal. Actualmente, es la última explotación salinera activa en Andalucía Oriental.

La arquitectura del poblado refleja una estética funcional, con casas sencillas, clima adaptativo y espiritualidad; la Iglesia de las Salinas fue restaurada y reabierta en 2012 como punto de visita y puesta en valor del patrimonio.
La Almadraba de Monteleva, también conocida como Las Salinas, es la pedanía vinculada a estas salinas. Con apenas 40-43 habitantes, se ha desarrollado en torno a la actividad salinera y parroquial del enclave.
Con viviendas, escuela, iglesia y economato, este poblado salinero refleja una comunidad ligada al oficio y al entorno natural. A pesar del declive económico, sigue en pie gracias a los recuerdos, el turismo y la persistencia de sus habitantes, algunos de los cuales viven en usufructo mientras dure su vida.
Las salinas ocupan unas 400 hectáreas de terreno inundable, siendo la única salina marina activa en el este de Andalucía. La biodiversidad es notable: más de 80 especies de aves, entre ellas avocetas, patos, cigüeñuelas, gaviotas y flamencos. Algunas rutas permiten el avistamiento desde miradores sin perturbar el entorno.
Además, las salinas se han abierto al público desde abril de 2025 con visitas guiadas que combinan cuidado ambiental, puesta en valor cultural y disfrute sensorial del entorno.